Fue en enero del 2017 cuando su autoexigencia le condujo a considerar que si no podía seguir remando al máximo nivel -llevaba haciéndolo desde los 14 años-, prefería dejarlo. «No es que el problema de espalda me impidiera remar, pero si continuaba al ritmo que llevaba hasta entonces, la dolencia podía agravarse y era más sensato parar», relata. Y se volcó en las dos ruedas. «Hice bici toda mi vida, pero como parte de mi entrenamiento físico y para disfrutar», apunta.
Al poco tiempo de comenzar a entrenar con la bicicleta con regularidad se dio cuenta de que quizá sus aspiraciones podían ir más allá del simple pasatiempo. «Empecé a hacer cada vez un poco más y a entrenar con gente fuerte. Ahí me di cuenta de que poco después podía resistir el ritmo de amigos que son profesionales. Vi que no desentonaba, que quizá era bueno», explica. Por eso optó por seguir entrenando duro para «continuar mejorando y aprendiendo». La lesión de espalda, además, no limita su actividad como ciclista, asegura Soares.
Destaca que el del ciclismo es un ámbito muy reducido donde en cuanto comienzas a introducirte no tardas en conocer a todo el mundo. Y de esa manera llegó el interés del Rías Baixas por incorporarle. «Empiezas a coincidir con gente que ve tus entrenamientos y lo que eres capaz de dar. Alguien le habló de mí al presidente del Rías Baixas, nos pusimos en contacto y él me dio la oportunidad de formar parte del equipo», recalca.
Una oportunidad que le tiene entusiasmado. «Estoy ilusionadísimo, con muchas ganas», indica sobre una propuesta que nunca imaginó que fuera a llegar. «No es algo que te pase todos los días, para que un equipo como el Rías Baixas se fije en mí es que algo tuvieron que ver», añade. Para él, además, el que ahora es su club era una referencia desde hace tiempo. «Es un equipo importante. Junto con el Froiz y el Cortizo, son los equipos gallegos más conocidos en el resto de España y en Portugal. Compiten a un nivel muy alto. El último año del Rías se fueron cinco corredores a profesionales, además de ser terceros en el ránking en los últimos años», enumera unos méritos que le hacen sentir más orgulloso aún de haberse integrado en el equipo, en el que se está sintiendo muy a gusto desde el primer día.
Por pasión, no por dinero
Lo que sí tiene claro es que él no aspira al profesionalismo con independencia de cómo vayan las cosas esta temporada. «Yo tengo mi trabajo, que es e de dentista, y eso no se me pasa por la cabeza. No quiero ganar dinero con esto, lo hago por pasión», señala. De hecho, subraya que aunque sea un pasatiempo y no un medio de vida, se lo toma «muy en serio» y es tremendamente estricto con su preparación.
Precisamente su profesión de dentista y las condiciones en las que la desarrolla le permiten una gran libertad de movimientos para organizarse, distribuir el tiempo y compaginar ambas actividades de la mejor manera. «Puedo hacer mi propia agenda y puedo entrenar el mismo tiempo que lo hace un profesional sin ningún tipo de problema. En ese sentido, tengo muchas ventajas. Está claro que si tuviera otro tipo de trabajo probablemente no fuera tan sencillo», comenta.
Aparte de haber practicado el remo durante tanto tiempo, también logró buenos registros como atleta. «Tuve números buenos en varios deportes y si consigo pasar eso al ciclismo, puedo ayudar al equipo seguro», indica. Asume, eso sí, que tiene que completar una adaptación en la que ya está inmerso. «Tengo que perder peso y músculo en el tronco y en los brazos», asume.
Esta nueva aventura es un sueño cumplido para alguien que no solo lo pasa bien practicando ciclismo -«disfruto más que con el resto de deportes que practiqué»-, sino también viéndolo. «Desde siempre he sido más aficionado que de cualquier otro». Ahora lo vive desde dentro.