Con la baja de última hora de Sergio Calvo, los pupilos de Pedro Valverde iniciaron mermados las prestigiosa ronda guipuzcoana. En el prólologo inaugural del viernes, con 175 ciclistas tomando la salida, la escuadra flúor se limitó a cumplir el trámite de cara a las tres jornadas en línea de puro ciclismo vasco: carreras que se disputan sin tregua y por explosivos recorridos. Sirva como ejemplo lo sucedido en la primera etapa, de 95 kilómetros que se completaron a una velocidad media de 41 km/h.
El único equipo gallego en esta vuelta se vio penalizado el viernes por las caídas, pero ese mismo día el colombiano Flórez empezó a asomar la cabeza en la parte alta de la general gracias a su 22º en el duro final en Zumaia. Al día siguiente, el Vigo-Rías Baixas se organizó alrededor del cafetero y este respondió en Andoain rozando el top-10 de la etapa al terminar undécimo y como segundo ciclista de primer año.
El rendimiento de su líder en esta carrera reforzó la moral del equipo y en el cierre de la Gipuzkoako, con su jornada reina, la escuadra olívica ofreció su mejor versión. Iker Otero, Iván Fernández, Javier Sanz y Gonzalo Gallego trabajaron para que Flórez llegara en las mejores condiciones posibles al encadenado de puertos, donde el colombiano demostró sus condiciones de escalador. La línea de meta de Idiazabal la cruzó en octava posición y siendo el mejor juvenil de primer año.
En la general final, Flórez ocupó la 12ª plaza e hizo tercero entre los ciclistas de su edad. El otro corredor del Vigo-Rías Baixas que realizó íntegramente las cuatro etapas, al tratarse de una vuelta tipo challenge, fue Gallego, que se clasificó 48º. «Los chicos aprendieron lo que es trabajar para un líder y tenerlo bien protegido en una prueba complicada, con mucho ‘látigo’ y en un recorrido que los vascos se conocían de memoria», apunta el director deportivo flúor, contento con la respuesta ofrecida por sus pupilos en una incursión a Euskadi que se repetirá a mediados de julio para disputar la Bizkaiko Itzulia.
Foto: Mertxe Labrador