El equipo Rías Baixas resultó claro vencedor del apasionante pulso que le propuso el pelotón en la última y espectacular jornada del Díptico, sobre una distancia de 106,2 kilómetros y un terreno muy ondulado, aunque sin ningún puerto de montaña puntuable, que invitaba a probar la aventura.
Desde la salida se produjeron numerosos intentos de fuga, que la formación que dirige Ramón Troncoso se propuso controlar colocando a todos sus efectivos en cabeza del pelotón, y resguardando a los hermanos Dueñas para la fase final de la carrera.
La nueva fórmula del Díptico daba opción a participar a un pelotón heterogéneo, que ofrecía muchos alicientes para los corredores júnior, pero también para ilustres del pelotón hace una o dos décadas, que demostraron en “terras do Ribeiro” que atesoran todavía muchas de la cualidades que les hicieron tiempo atrás. Nos referimos, entre otros, al exprofesional Óscar Díaz, y al asturiano Juan Manuel Toribio. Al mismo tiempo, obligaba a aplicarse a los élite (senior).
El master 30 del Ría de Vigo, Díaz, fue uno de los primeros en buscar la fuga. A este intento siguió uno nuevo que mantuvieron en vanguardia hasta el ecuador de la carrera: Iván Sebastián (Autronic-C. C. Vigués), José Regueira (independiente), Javier Gónzalez (C. C. Orensano), Francisco Cantos (C. C. De la Fuente), José A. Castilla (Cervezas Caleya), Luis Eduardo Larrán, Rubén Paz y el propio Óscar Díaz, los tres del Ría de Vigo – Vieirasa).
En el kilómetro 60, el pelotón volvía a cobrar una homogeneidad que no tenía desde la salida, aunque por poco tiempo. De nuevo saltaban Iago Alonso y Miguel Fernández (Ría de Vigo – Vierasa), con Adriano Grandal (independiente). El equipo Rías Baixas los mantuvo en diferencias nunca superiores al minuto, pero no puso mucho empeño en la caza hasta que del pelotón saltaron Rubén Sánchez (C. C. Orensano) y Medín (Norinver C. T.), para contactar y superar a Alonso, que llevaba unos kilómetros rodando en solitario en cabeza de carrera.
A esta fuga prestó máxima atención la escuadra del líder del Díptico, Moisés Dueñas, que buscó neutralizarla antes de llegar a la subida al alto de Sampaio. Justo al pie de la ascensión, en el final del puente que cruza el río Miño, era neutralizado el último aventurero, Sánchez. En plena subida, atacaron los hermanos Dueñas. Toribio, experto conocedor de los movimientos en carrera, sabía que debía estar atento a su rueda y tener la fuerza suficiente para acompañarlos. Se dieron ambas circunstancias y a 15 kilómetro de meta se formaba un trío en cabeza.
El grupo perseguidor, con pocas fuerzas y menos entendimiento a esas alturas del recorrido, no pudo evitar que el trío fuese abriendo hueco. A tres kilómetros de meta atacó Héctor en cabeza. Toribio, con Moisés a rueda, no hizo mucho por ir a por él hasta que al mayor de los Dueñas se le desmontó la cadena a kilómetro y medio de la llegada (el día anterior había pinchado también cerca de la llegada). El asturiano en ese tramo final se aproximó un poco al ciclista cabeza de carrera, pero nunca lo suficiente como para evitar el inapelable triunfo de Héctor Dueñas.
El podio en las distintas categorías quedó del modo siguiente: Moisés Dueña, ganador del Díptico y de la clasificación M-30; Héctor Dueñas, primer sénior; Juan M. Toribio, vencedor en M-40; y Manuel Prieto (C. C. Riazor), primero en M-50. El trofeo por equipos, obviamente, se lo llevó el Rías Baixas. La entrega de premios corrió a cargo de Carlos Moure, presidente de la Fundación ADO Moure Pro Deporte; y Marta Novelle, Beatriz Vergara y Marta Álvarez, miembros del comité organizador.
La entidad organizadora experimentó con éxito esta nueva fórmula “open” en la Volta ao Ribeiro y prepara nuevos e importantes eventos hasta final de temporada.
Fuente: http://www.biciciclismo.com/cas/site/noticias_cercanas-ficha.asp?id=72584