De vuelta a casa, el mal sabor de boca lo llevó a plantearse esta ‘aventura fuera del calendario previo’. Lo primero a valorar es si el periodo de recuperación entre un ironman y el otro era suficiente: ‘Un mes, el justo y necesario. Es el tiempo que se fija normalmente para recuperarse de un ironman. Todavía siento las piernas pesadas después de Calella, pero confío en estar plenamente recuperado después de pasarme la próxima semana en Florida aclimatándome’.

Las piernas las tendrá doloridas pero la ambición de Gustavo sigue intacta. De hecho, una vez conseguida la inscripción en Florida –’en la categoría profesional, que es en la que yo competiré, tienes que estar avalado por unos resultados para que te admitan’–, no renuncia a pelear en los primeros puestos el próximo día 2: ‘No puedo concretar mucho porque desconozco los rivales y cómo reponderá mi cuerpo al haber disputado únicamente un ironman. Pero mi intención es ser competitivo. Estar en la lucha al menos hasta la última fase del tramo de ciclismo y después ya veremos cómo responden las piernas en la maratón’.

Con su base de ciclista, la desaparición del Xacobeo lo llevó al duatlón y, ya en el triatlón, reconoce que ‘lo que más me está costando en la natación. Es una disciplina muy técnica, pero he contado con la ayuda de mi novia –Aída Valiño, triatleta–, que lleva nadando toda la vida, y ha sido un trabajo en equipo’. Ese entrenamiento empieza a dar sus frutos y Gustavo explica que ‘es mi tercer año nadando y comienzo a notar la mejoría’.

A sus 34 años, este aprendizaje le servirá de mucho el próximo día 2 en Florida. Lejos de casa, pero cerca de su sueño.