«Se nota que es una vuelta UCI en muchas cosas: el nivel de los ciclistas, una media de 42 km/h en las tres etapas, el escaso número de caídas e incluso el orden en la fila de coches que sigue la carrera», explica el director deportivo flúor Pedro Valverde. Entre sus pupilos hubo un estreno. Pelayo Alonso, procedente del conjunto Las Mestas, debutó con sus nuevos colores en la Vuelta Ribera del Duero y no tardó en demostrar su potencial. En la primera jornada alcanzó meta de Pedrosa del Duero como integrante de un reducido pelotón, liderando a su equipo en una destacada actuación colectiva que llevó al Vigo-Rías Baixas a rondar el top-10 en la clasificación por escuadras.
Al día siguiente, camino de San Esteban de Gormaz, fueron Samuel Flórez y Gonzalo Gallego los que resistieron en el grupo principal. El colombiano se sumó a algún intento para evitar una llegada masiva, mientras que su compañero no encontró el hueco para meterse en el esprint, concluyendo en la 25ª posición.
Con el Vigo-Rías Baixas como único representante gallego, la ronda de categoría 2.1 terminó el domingo en las instalaciones de Bodega Tierra Aranda. Pelayo Alonso, recuperado de sus malas sensaciones en la segunda etapa, se movió junto a los más fuertes. El asturiano estuvo entre una selección de 20 ciclistas a la que posteriormente se unió un segundo grupo de una treintena de unidades.
El triunfo parcial se volvió a decidir al esprint con victoria del portugués y líder de la general Antonio Morgado (Bairrada). En esta última jornada la escuadra olívica confirmó su pleno y sus seis corredores (Gonzalo Gallego, Samuel Flórez, Pelayo Alonso, Iván Fernández, Javier Sanz e Iker Otero) cruzaron la línea de meta final.