Tan insignificante cantidad de dinero no puede ser un reconocimiento a una vida espartana en el plano económico. «En Galicia isto non dá de comer, en España só hai catro profesionais e todos son vascos», comenta el corredor del Rías Baixas mientras recuerda sus peripecias para conseguir un patrocinador: «Estaba no equipo Aquagest, que desapareceu. Quedei tirado e busquéime a vida buscando algún patrocinador persoal». Insuficiente para poder consagrarse a su pasión.
Por eso Jaime Juncal protagoniza jornadas que van más allá de maratonianas para convertirse en épicas. Se levanta a las seis y media de la mañana para trabajar hasta las tres como administrativo en una empresa de mantenimiento industrial. «Ás veces -relata- como un bocadillo no traballo e pido un café para levar e vouno bebendo no coche». Lo hace mientras se dirige a la tienda de dietética -«que foi o que estudei eu»- que regenta su esposa en Redondela y en la que echa una mano. A continuación va a entrenar una hora y media, por las carreteras de la comarca por norma general, y bien entrada la noche regresa a casa. «E por enriba son pai e hai que bañar ao rapaz. Isto é un non parar», comenta entre risas mientras precisa que su multijornada acaba a las once y media de la noche. Así durante tres años y medio. «É difícil, eu son moi traballador e esfórzome cando teño un obxectivo. Son moi cumpridor. Se hai que durmir cinco horas, dúrmense cinco horas, se hai que saír a correr ás once da noite vaise», sentencia a la hora de analizar el cansancio mental que origina tanta actividad. «Gustaríame que alguén fixera un día con Jaime Juncal», prosigue entre risas.
Y aunque sin dinero, el título conseguido en Dumbría lo compensa todo. Los esfuerzos y el infortunio que le han perseguido a lo lago de la temporada. «Levaba tres carreiras pinchando seguido, tiven unha luxación de ombreiro que me retrasou a preparación e necesitaba un resultado que me confirmase que mereceu a pena. Penso que o destino ou como se poida chamar fixo xustiza conmigo».
Por eso ahora, y pese a tanto ajetreo y a estar tirando de la puesta a punto del curso pasado, cuando estaba un poco más liberado «porque seguro que en Galicia ninguén adestra agora menos ca min», quiere aprovechar su excelente punto de forma para hacerse un hueco entre los cinco primeros del nacional, el tope al encontrarse con los profesionales. También ve posible sumar para Galicia una medalla en relevos.
Y no lo hará por 14.960 pesetas, sino por amor a un deporte que no da para comer, pero sí para sentir.
«Correr por 90 euros só se come cun amor a bicicleta que escapa da razón»
Administrativo, dietista, deportista y padre, no para entre las 6.30 y las 23 horas